27 de febrero de 2013

Mitos


"El mayor enemigo de la verdad no es la mentira sino el mito". Lo escuché en un capítulo de la quinta temporada de la serie El Ala Oeste de la Casa Blanca y, aún postrada a los pies de los guionistas de la serie, quise creer que la frase, tan redonda y tan cierta, había sido dicha en la vida real alguna vez. Así fue. La encontré en un discurso de Kennedy y de ahí al estrellato: Cientos -miles- de artículos escritos o mencionados en internet recogen la sentencia y la hacen suya. ¡Y eso solo en castellano!. Calculo que traduciéndola al inglés se pueda llegar a millones de referencias. Ya no digo nada de si la pasamos al chino. Puede que incluso la hayan inventado ellos porque como decía mi amigo Pedro a la temprana edad de cinco años: "Dios no existe, lo han hecho todo los chinos".
Contra el mito se hace imposible luchar y lejos de lo que pueda parecer tampoco hace falta que pasen décadas para que nazca, crezca, se reproduzca y se establezca en la cabeza de la gente por siempre jamás. Apenas seis horas hicieron falta para que nadie diera por falsa la historia de que en el programa "Sorpresa, sorpresa" habían pillado a una chica "jugando" con un bote de mermelada y su perro mientras Ricky Martin esperaba en el armario (caprichoso destino). Conozco a gente que juró y perjuró que lo había visto con sus propios ojos. La falsedad se convirtió en mito en tan solo una noche y obligó a salir a la palestra al Defensor del Menor, al director del espacio televisivo y a la propia presentadora (Isabel Gemio si no recuerdo mal) para desmentir lo inexistente. Con todo, hay gente que sigue diciendo que "algo hubo" y no intentes bajarlos del carro porque acabarás discutiendo.
No solo los hechos se convierten en mitos falsos. También hay personas que alcanzan esta categoría, que si estuviera fabricada de algún material sería del mismo del que están hechas las cajas negras de los aviones, irrompible. Eso sí, convertirse en un mito -verdadero o falso- en estos tiempos de ira y desfalco ya no sale tan rentable como antes. Ahora todo tiene fecha de caducidad cuasi-inmediata (salvo el pan bimbo que ya no se pone verde nunca). La personas que hoy se convierten en mitos entran directamente en la sección "De los dos telediarios". Es decir: Salen un día en la prensa, como mucho dos, al tercero ya no los recuerdan más que sus amigos del Facebook y al cuarto ni eso. En la mayoría de los casos es mejor así porque tampoco merecían tanto la pena pero...¿y si entre tanta rapidez, inmediatez y prisa nos estuviéramos perdiendo a los buenos?-.

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