28 de septiembre de 2013

Las cosas buenas del otoño


Hay cosas buenas que llegan en otoño porque parece que el otoño se cansa de ser siempre la estación agria del calendario anual. Esa estación sibilina que llega siempre, ineludiblemente, cuando toca volver al colegio, al trabajo, a la rutina, a los atardeceres sin hamacas, a los días sin mucha luz. Las cosas buenas y otoñales compensan todo lo anterior (y mucho más).
Hace ocho años en un otoño sin meteorología (al menos yo no tengo recuerdo el tiempo que hacía) llegó a mi casa un encargo paternal: “Te va a llamar mi amigo Fidel que va a montar un periódico, y es para que colaboraes”. “Uf, ya está mi padre con sus chollos/marrones”, pensé. Después de esa primera impresión que nadaba entre la vagancia y el desconcierto, llegó Fidel y tras él muchas páginas escritas sobre lo que pasa en las calles, en los ayuntamientos, en las caleyas, en los colegios, en los teatros o en los despachos de los cinco concejos que forman la Cuenca del Nalón. Tengo un trabajo que me hace recorrer, a diario, esos cinco municipios. Tengo un trabajo que me enseña cada día a las gentes, los paisajes, los proyectos, los llantos, las denuncias, las fiestas y los rincones de esta tierra nuestra que desprende muchos colores pero que sobretodo es negra y es verde. Tengo un gran trabajo. ¡Gracias por estos ocho años de La Cuenca del Nalón!

1 comentario:

carmenseñorapinti. dijo...

Eres la mejor!!!