31 de marzo de 2015

El cómic del fin de una era

Y la mina se hizo cómic

Alfonso Zapico publica “La balada del norte” su primera novela gráfica de temática minera ambientada en la Revolución de Ochobre del 34

(Portada de La Cuenca del Nalón, abril de 2015)

Que el dibujante Alfonso Zapico (Blimea, 1981) tiene muy presente en sus pensamientos a la cuenca minera en la que nació y creció no es algo que nos pille de sorpresa. Conocidas, y coreadas, son sus participaciones puntuales en la prensa asturiana. También aquí, en estas páginas de LA CUENCA DEL NALÓN gozamos del placer mensual de su trazo mordaz y esa particular visión suya de ver la realidad de estas comarcas aún viviendo a cientos de kilómetros de distancia. Concretamente a 730 kilómetros, que es el trayecto que hay desde su Blimea natal a Angulema, la ciudad francesa (capital europea del cómic) en la que vive desde hace años. Zapico es muy consciente en su día a día del día a día de las cuencas, del presente. Ahora, con su último trabajo “La balada del norte” (Ed. Astiberri) nos demuestra que además en su devenir artístico diario también tiene en sus pensamientos al pasado de estos valles, y en concreto a la Revolución de Octubre de 1934. Y así, como sin querer, en algo menos de 230 páginas en blanco y negro, Zapico vuelve a una Asturias que es la suya porque primero lo fue de sus antepasados.
En una entrevista publicada en “El Cultural” el pasado 20 de marzo, el periodista Fernando Díaz de Quijano le pregunta a Alfonso Zapico. “¿Cómo tuvo la idea de hacer este cómic?”. La respuesta del blimeíno demuestra que “La balada del norte” es toda una declaración de intenciones: “Hace casi seis años que vivo en Francia, y cada vez se me hace más difícil pensar en volver a Asturias. Regreso a ella a través de esta historia y sus personajes. Como la Asturias en la que yo crecí (una región industrial, de movimientos sociales y minas de carbón) está a punto de desaparecer, pensé que era interesante reflexionar sobre todo esto desde una época que ya nos queda lejos, anterior a la Guerra Civil. Al final, más que una idea fue una necesidad”, apunta Zapico.
Pero, ¿qué cuenta “La balada del norte”?. La editorial Astiberri lo resume así: “Madrid, 1933. Tristán Valdivia, periodista sin periódico, editor sin éxito y amante sin ilusión, abandona la capital para volver al norte. Allí le espera su padre, el marqués de Montecorvo. Son tiempos difíciles para el país, inmerso en las convulsiones de la II República, y el viejo aristócrata debe mantenerse a la cabeza de su feudo particular: la Compañía Minera del Noroeste”.
“De la negrura de los valles mineros de Asturias surgen personajes luminosos, y bajo el ruido atronador de las minas de carbón se escucha el susurro de una canción antigua. Los viejos y nuevos tiempos chocan brutalmente poniendo a prueba al protagonista, pronto a la Humanidad entera. Éste es el sonido de La balada del norte”, explican los responsables de la editorial de cabecera de Zapico que añaden que el dibujante “recrea con pulso firme unos tiempos convulsos de grandes desigualdades, donde se sitúa la gestación de la Revolución asturiana del 34 como telón de fondo”.
No es la primera vez que Alfonso Zapico lleva la mina al papel a través de sus lápices y su ingenio, si bien hasta ahora todos los relatos de historias mineras habían sido cuentos cortos y sobretodo viñetas para prensa escrita. Así que después de viajar a América para dibujar las peripecias de Vasco Núñez de Balboa; a Dublín, Trieste, París y Zurich para hablar de la vida de James Joyce -en “Dublinés”, álbum con el que ganó el Premio Nacional de Cómic en 2012-; y de dibujar Crimea en “La Guerra del Profesor Vertenev” o Palestina en “Café Budapest”, los dibujos de este artista blimeíno miran para casa.
Para dibujar y escribir sobre mina, Zapico se apoyó en el conocimiento del lenguaje minero de algunos de sus familiares (y aquí hay que mencionar a su tío Gilberto que aporta un poco –o un mucho- a Apolonio el protagonista “bueno), y también estudió y analizó los hechos históricos que realmente ocurrieron en aquel mes otoñal de 1934. Si bien su obra no es un trabajo documental. En la entrevista de El Cultural antes mencionada, Zapico lo deja bien claro: “He leído mucha documentación, hay bastante material para elegir, ha pasado mucho tiempo y los historiadores han puesto luz en un episodio con muchas sombras. Pero el nivel de detalle de los historiadores es tan alto (con sus anotaciones de fechas, siglas políticas, nombres y apellidos, lugares y conversaciones) que al final he tenido que abandonar todo para fabricar mi propio espacio: Montecorvo no existe, aunque es una mezcla de cosas reales. He querido recrear la Historia y meter en ella a mis personajes, no hacer un trabajo documental”.
Así que teníamos, y conocíamos, el presente de las cuencas mineras, el de Alfonso Zapico y ahora también vemos el pasado a través de sus dibujos. El pasado de la revolución de Ochobre y el de los habitantes de las comarcas mineras de aquella época que fueron Tristán Valdivia (el hijo de un adinerado dueño de minas) o que fueron también Apolonio e Isolina y el resto de personajes “imaginados pero basados en personajes reales” que aparecen en “La balda del norte”. En el libro también están representados personajes reales como José María Gil-Robles, ministro de la Guerra del gobierno de Lerroux (1935), y los sindicalistas Berlarmino Tomás y Ramón González Peña.
El punto de partida de la creación de “La balada del norte” fue, según el propio Zapico ha contado “las huelgas mineras de 2012”, una experiencia que al artista le permitió (a él y a muchos de los habitantes de estas comarcas) abrir los ojos a una realidad, a veces trágica, pero que está clara: vivimos el fin de una época.





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